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Quiero ser como mamá

La identificación con la madre tiene gran importancia en la constitución de la personalidad del niño desde sus primeros años de vida. Los hijos asientan sus raíces en el vínculo que construyen con mamá, luego con papá y más tarde con el resto de los miembros de su entorno.

La personalidad del niño se constituye y se diferencia mediante una serie de identificaciones. El pequeño va asimilando propiedades, aspectos y atributos de otro y se va transformando, total o parcialmente, sobre este modelo.

El primer objeto de identificación es la madre, de forma natural y espontánea y debido a su contacto estrecho y profundo. El niño no copia directamente lo que ve a su alrededor, pero sí absorbe la influencia de los modelos que hay en su entorno, recaba información y deja que fluyan sus emociones cuando hay algo que le agrada, estimula o motiva.

Cuando el vínculo madre-hijo es fuerte la identificación es más evidente, el niño admira a su mamá y tiende a imitarla. Por el contrario si la relación no es óptima, o hay comportamientos de la madre que incomodan o generar malestar, es probable que el pequeño no quiera ser como ella y prefiera distanciarse y diferenciarse.

Una actitud inadecuada por parte de la madre respecto al aprendizaje de los hábitos primarios relacionados a la alimentación, el sueño y el control de esfínteres, puede provocar la aparición de serios trastornos psicológicos en el niño/a.

Si se carece de apoyo emocional materno en los dos o tres primeros años de vida, el niño crece sintiéndose amenazado y rechaza a quien debió hacerlo sentir seguro y garantizar la base de sus próximas identificaciones.

Las niñas, generalmente, van desarrollando su feminidad identificándose con su madre, quieren ser coquetas, maquillarse, peinarse y usar tacones algún día como ella lo hace. Anhelan tener su belleza, simpatía, dulzura y buenos modales. Ven a su mamá cuidar al bebé, y la imitan jugando a ser mamás con sus muñecos y biberones. Todo esto va impactando en su propia visión acerca de la maternidad.

Los niños y también las niñas, en su mayoría, se identifican con las características que admiran o celebran de sus madres, como pueden ser una actitud positiva, fuerza de voluntad, estilo de vida saludable o pasión por el deporte, por citar algunos ejemplos. Todos los vínculos son diferentes y esto va a depender de las elaboraciones que tiene cada individuo en su infancia. Tal es así, que hay hijos de madres fumadoras que adquieren ese mal hábito en su adolescencia o edad adulta y otros que repelen este vicio porque lejos de identificarse, rechazan esta cuestión en sus madres.

Entonces, podemos concluir en que ciertas pautas se pueden cambiar con el tiempo gracias al razonamiento y la intencionalidad, pero hay otras decisiones que tomamos cotidianamente que vienen influenciadas por creencias que se quedaron programadas en el inconsciente durante la niñez, debido al proceso de identificación primaria que se da inicialmente con la madre, luego con el padre y más tarde con el resto de las relaciones que se establecen con el entorno.

 

Sabías que?
La forma de llevar a cabo la maternidad tiene mucho que ver con la elaboración o superación de los conflictos de relación que esa mujer haya tenido con su propia madre. Puede suceder que algunas cuestiones que se desaprueban o se rechazan de la madre, afloren en la propia maternidad y nos encontremos repitiendo casi de manera idéntica aquello que juramos que no haríamos con nuestros hijos.


Con el asesoramiento de Roxana Taloquino. Psicóloga. 







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